ASPECTOS
MÁS RECIENTES DE LA GENÉTICA DE LAS EPILEPSIAS
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Trabajo presentado en el V Curso de Actualización de las
Epilepsias, dirigido por el prof. Herranz. Hospital Universitario
Marqués de Valedecilla. Santander, 16 a 18 Febrero.2000
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Publicado en Revista de Neurología { Rev Neurol 2000;
30 (supl 1) : S46 - S59 } |
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Autor : Carlos CASAS FERNÁNDEZ - Sección
de Neuropediatría Hospital Universitario Virgen de la
Arrixaca. Murcia |
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Petición de separatas : Carlos Casas Fernández
- Avenida Primo de Rivera nº 10, 2º - 14 E-mail : ccasas@forodigital.es
30008 - Murcia |
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Resumen.
En
los últimos años se ha experimentado un importante avance en la
localización de los genes responsables de diferentes tipos de epilepsias,
lo que ha determinado, por una parte, la aparición de diversos genotipos
que no siempre se corresponden con un mismo fenotipo, abriéndose
un interesante campo de investigación. Pero por otra parte, todas
estas novedades están generando la necesidad de valorar una reestructuración
de la actual clasificación de las Epilepsias y Síndromes Epilépticos
de la Liga Internacional contra la Epilepsia (ILAE), en la que no
se contemplan los nuevos síndromes que han ido identificándose,
a pesar de tener una personalidad claramente definida.
El
nuevo enfoque genético de la epilepsia y la progresión que sin duda
irá adquiriendo en los próximos años va a conducir a un nuevo planteamiento
no solo en el protocolo diagnóstico, en el que es preciso conocer
todas las posibles variaciones del fenotipo de los diferentes síndromes
identificados, también surgirán las pertinentes consideraciones
sobre el consejo genético, programas terapéuticos y mecanismos preventivos
que puedan llevarse a cabo.
Se
comentarán las consideraciones genéticas de diferentes procesos
epilépticos, que comprenden desde los clásicamente considerados
como de etiología idiopática, hasta los que obedecen a un origen
sintomático, ya sea por alteración estructural del SNC o por enfermedades
metabólicas que tienen expresividad epiléptica en alguna fase de
su evolución. Se establecerán cinco categorías en base a estos diferentes
criterios : 1) Epilepsias generalizadas idiopáticas. 2) Epilepsias
parciales. 3) Epilepsias mioclónicas progresivas. 4) Síndromes disgenéticos
y anomalías cromosómicas. 5) Enfermedades metabólicas.
Introducción.
En los últimos años se ha llevado a cabo un cambio espectacular
en la investigación y conocimiento de las bases genéticas de la
epilepsia, determinándose cada vez con mayor precisión los mecanismos
celulares, subcelulares y moleculares del fenómeno convulsivo, así
como sus posibles alteraciones en base a las mutaciones génicas,
que interrelacionándose con factores medioambientales, finalmente
conducen a un fenotipo convulsivo. Todo ello aboca, sin duda, a
la necesidad de conocer con detalle los nuevos síndromes epilépticos,
para poder enfocar el diagnóstico genético adecuadamente, pero además
irá llevando, progresivamente, al diseño de nuevos fármacos antiepilépticos(1-4).
En
la actualidad se desconocen los mecanismos moleculares íntimos que
vinculan los fenotipos con los genotipos epilépticos(5), siendo
quizás este aspecto el que proporciona un mayor reto a la epileptología
de los próximos años y en donde se abre un campo de investigación
de incalculable interés. La alteración puntual de uno o de varios
genes (genotipo) provoca una alteración funcional a diferentes niveles
(canales iónicos, receptores, neurotransmisores, etc.,) que condicionan
una alteración crítica de la excitabilidad neuronal, responsable
última de la manifestación clínica (crisis epiléptica). Esta posee
unas características específicas (fenotipo epiléptico) condicionadas
por una serie de factores, entre los que cabe destacar la edad de
inicio y de resolución, la semiología convulsiva, las alteraciones
electroencefalográficas ictales e interictales, la asociación o
no con retraso mental, la existencia de sintomatología neurológica
estática o progresiva y finalmente el pronóstico del proceso(1).
De la combinación de las diferentes posibilidades se irán generando
las diversas epilepsias y síndromes epilépticos. (Figuras 1 y 2).
Todo ello debe analizarse recordando que la epilepsia puede aparecer
como consecuencia de una alteración cerebral, con base estructural
y/o metabólica, o como expresión de una susceptibilidad heredada
a la hiperexcitabilidad cortical, que como es bien sabido son los
límites conceptuales entre la epilepsia sintomática e idiopática.
Se acepta que entre el 40% y el 50% de las epilepsias pertenecen
al grupo de las generalizadas idiopáticas, en las que se considera
la existencia de una base genética, origen asimismo asumido en las
epilepsias parciales hereditarias como se comentará más adelante,
pero incluso se atribuye a factores genéticos la razón por la que
algunos individuos desarrollan una epilepsia tras una injuria cerebral
adquirida, como por ejemplo un traumatismo craneoencefálico, y otros
no(1-3,5). En definitiva no puede entenderse la epileptología moderna
sin un conocimiento clínico del significado etiológico de estas
consideraciones genéticas.
Generalidades.
Las
epilepsias pueden heredarse a través de cualquiera de las formas
de herencia humana, desde la herencia tradicional, que se lleva
a cabo a través de un solo gen (mendeliana) con diferente rasgo
(autosómica dominante, recesiva o ligada a X), a la forma más compleja
mediante herencia poligénica o multifactorial.
Pero
también pueden aparecer como consecuencia de una alteración de parte
o de todo un cromosoma, o a través de una herencia no tradicional,
como puede ser la mutación del genoma mitocondrial, o la repetición
anormal de una secuencia de DNA(1-4).
HERENCIA
POR DEFECTO DE UN GEN : Se han determinado en diferentes epilepsias
y síndromes epilépticos que posteriormente se mencionarán, pero
es preciso hacer algunas consideraciones sobre la disyuntiva existente
entre el fenotipo y genotipo de las diversas epilepsias y síndromes
epilépticos, que no tienen en muchas ocasiones una traducción clínica
coincidente, lo que puede inducir a errores conceptuales.
*
En algunas epilepsias en las que se ha identificado un gen responsable,
como la Epilepsia Mioclónica Juvenil y las Convulsiones Neonatales
Familiares Benignas, la afectación del locus tiene una evidente
heterogeneidad en su expresividad clínica(1-3,6), esto es en el
fenotipo convulsivo, entre los individuos afectados, incluso aunque
correspondan a una misma familia(6).
*
Asimismo en los ejemplos anteriormente mencionados se ha comprobado
que mutaciones en locus diferentes pueden producir un fenotipo epiléptico
similar. Circunstancia que también se aprecia en las Epilepsias
Mioclónicas Progresivas, donde por vías fisiopatogénicas diversas,
obedeciendo a mutaciones distintas, se llega a un mismo fenotipo
epiléptico (epilepsia mioclónica)(1). En otras ocasiones variaciones
alélicas dentro del mismo locus puede condicionar a su vez diferentes
fenotipos.
*
Algunos síndromes epilépticos idiopáticos son poligénicos, o sea
resultantes de la suma de múltiples mutaciones genéticas(1,7).
*
En ocasiones existe una franca interacción entre factores genéticos
y medioambientales, de forma que los primeros son responsables de
la susceptibilidad a la epilepsia, siendo los segundos precisos
para que haya expresividad clínica, son ejemplos las epilepsias
fotosensibles(8) o las convulsiones febriles(9).
* Algunas epilepsias se producen al "desenmascararse" un defecto
genético como consecuencia de una injuria cerebral adquirida, el
ejemplo se halla en las epilepsias de aparición postraumática que
se desarrollan mas fácilmente en los individuos con antecedentes
familiares de epilepsia(1).
ANOMALÍAS
CROMOSÓMICAS : En este apartado se incluyen las trisomías, delecciones,
duplicaciones, inversiones, translocaciones, etc., que usualmente
condicionan alteraciones somáticas de diversa localización, pero
que asimismo pueden ser responsables de un determinado fenotipo
epiléptico electroclínico, como ocurre, por ejemplo, en el Síndrome
de Angelman(10,11).
MECANISMOS
NO MENDELIANOS : Dentro de éste apartado es necesario remarcar
el concepto conocido como "imprinting" genómico (impresión o impronta
genómica), que define un patrón de herencia no mendeliana, que puede
dar lugar a un fenotipo diferente según la anomalía proceda del
padre o de la madre, siendo un ejemplo característico el Síndrome
de Angelman y el Síndrome de Prader Willi que se comentarán mas
adelante(12).
En
relación directa con el desarrollo de la patología que nos ocupa
destacan dos mecanismos de gran significado y que actualmente deben
analizarse como una posibilidad más en la herencia de determinadas
epilepsias y síndromes epilépticos , la herencia mitocondrial y
los procesos derivados de una anormal repetición de tripletes de
nucleótidos.
El
DNA mitocondrial y sus mutaciones se transmiten por la madre, ya
que el cigoto recibe toda la carga mitocondrial del óvulo materno,
aunque obviamente pueden resultar afectados tanto los varones como
las mujeres. La mutación puede tener mayor o menor expresión en
los diferentes tejidos y órganos, aseverándose que la proporción
entre mitocondrias normales y mutantes en un determinado tejido
condicionará la severidad de la sintomatología(1,13).
Los
síndromes derivados de la anormal repetición de tripletes de una
secuencia de DNA son expresión del fenómeno conocido con la denominación
de anticipación genética, o lo que es igual, el empeoramiento del
fenotipo después de generaciones sucesivas, por incremento del número
de repeticiones del triplete. Un ejemplo característico es el Síndrome
del X frágil(1,2,14).
Finalmente
en ocasiones la epilepsia se ha relacionado con la herencia de expansiones
estables de DNA, que se denominan secuencias minisatélite (repeticiones
tandem), considerándose implicada esta posibilidad en la epilepsia
mioclónica progresiva del tipo Unverricht - Lundborg(15).
Mapeo de los genes de las
epilepsias.
Debe
tenerse presente que la búsqueda de las bases genéticas de la epilepsia
choca frontalmente, en muchas ocasiones, con las clasificaciones
existentes sobre las crisis epilépticas, las epilepsias y los síndromes
epilépticos. Manejamos actualmente criterios de clasificación que
relacionan factores edad dependientes, hallazgos del electroencefalograma
(EEG), e incluso edad de posible desaparición de las crisis(16,17).
En diversos trabajos de investigación sobre genética epiléptica,
se ha considerado que diversos síndromes podían clasificarse como
hereditarios en razón a los datos de la historia familiar, presentación
clínica semejante y características del EEG, pero como anteriormente
se ha comentado la expresión del fenotipo no obliga, de forma inequívoca,
a un mismo genotipo, y al contrario, existe la posibilidad de un
fenotipo variable para un mismo origen genético. Estas aseveraciones
quizás nos lleven a comprobar, en un futuro próximo, sustanciales
variaciones de las actuales clasificaciones de la ILAE(1-3).
Es
muy probable que procesos fisiopatogénicos diferentes y por tanto
genes distintos determinen el debut, desarrollo y finalización de
las epilepsias. En éste sentido juegan un papel determinante mecanismos
como los canales iónicos de membrana(18), la transmisión sináptica
excitadora o inhibidora en los circuitos corticales o subcorticales,
y los factores neuromoduladores, que, aislada o conjuntamente, influyen
sobre las bases de la hiperexcitabilidad neuronal(1). El reto está
en llegar a conocer todas las bases genéticas de estos mecanismos,
lo que sería igual que conocer la base molecular de dicha hiperexcitabilidad
neuronal, que en definitiva es el eje sobre el que pivota la fisiopatología
epiléptica.
Los
pasos establecidos para llevar a cabo el mapeo de los genes responsables
de las diferentes epilepsias y síndromes epilépticos requiere una
rigurosa sistematización, siendo de especial importancia el conocimiento
detallado clínico y neurofisiológico de las diferentes epilepsias
y síndromes epilépticos, para identificar a los individuos afectos
y a los hipotéticos portadores, con el fin de seleccionar un pedigrí
suficientemente amplio y en el que se pueda desarrollar la investigación
genética. Ambas tareas están supeditadas a una adecuada infraestructura
clínica(1,3).
A
partir de aquí comienza la investigación genética especializada,
con los análisis de ligamiento, en los que se examina la extensión
con la que un gen es heredado, y en donde adquiere su mayor importancia
el poder contar con familias amplias en las que haya muchos sujetos
afectos durante varias generaciones. La utilidad de los estudios
de ligamiento se circunscribe al aislamiento de genes de epilepsias
con patrón hereditario mendeliano y que son genéticamente homogéneas,
sin embargo son las menos frecuentes pues la mayoría presentan un
patrón hereditario complejo(1-3).
La
localización de un gen puede establecerse mediante el método de
la clonación posicional, donde sólo se busca determinar el gen o
genes responsables de la epilepsia, sin hacer valoraciones a priori
de su función. Ejemplos de epilepsias que fueron mapeadas siguiendo
éste método son la Epilepsia Mioclónica Progresiva de Unvericht
- Lundborg, o la Epilepsia frontal nocturna autosómica dominante.
Asimismo se puede recurrir a la técnica del gen candidato, en donde
se parte de información sobre la posible función de ese gen en la
génesis del proceso epiléptico. Une tercera vía sería la combinación
de las dos anteriores, un ejemplo de utilización de éste último
método son las Crisis Neonatales Familiares Benignas(1).
Posteriormente
se pasa a la identificación de la proteína que es codificada por
el gen afectado y a establecer la función biológica que desarrolla.
Desde este momento ya es posible realizar un adecuado diagnóstico
prenatal, al tiempo que se abren la puertas para futuros programas
terapéuticos con el diseño de nuevos fármacos dirigidos específicamente
en cada caso. No obstante aunque estas consideraciones generales
son de necesario conocimiento para los clínicos, conllevan una complejidad
que exige una formación específica en neurobiología y bioinformática
que sobrepasan el enfoque de éste trabajo(1). (Figura 3).
A
continuación se describirán aquellos procesos epilépticos en los
que se ha identificado un gen o genes responsables de su origen,
tanto en procesos clásicamente conocidos como de etiología idiopática,
como aquellos otros en los que la epilepsia forma parte de un cuadro
más amplio, con una base estructural y/o metabólica que les confiere
el calificativo de epilepsias sintomáticas. Se considerarán por
este orden :
*
Epilepsias generalizadas idiopáticas.
*
Epilepsias parciales.
*
Epilepsias mioclónicas progresivas
*
Síndromes disgenéticos y anomalías cromosómicas.
*
Enfermedades metabólicas.
1) EPILEPSIAS GENERALIZADAS IDIOPÁTICAS.
(EGIs) Representan un porcentaje que oscila entre el 30 y 40% de
todas las epilepsias(1-3), compartiendo unas características clínicas
y EEG que les proporcionan un rasgo diferencial con el resto. Usualmente
tienen un inicio edad-dependiente y una actividad bioeléctrica cerebral
de fondo normal, asociado a una exploración neurológica y un nivel
cognitivo normales. Toda ellas han sido consideradas, desde hace
mucho tiempo, el ejemplo genuino de la etiología genéticamente condicionada,
conociéndose que tienen un 75% de concordancia en los gemelos monocigotos.
Se ha logrado determinar en algunas de ellas el gen o genes responsables
de su origen, mientras que en otras la investigación actual permite
confiar en una próxima identificación. Se comentarán aquellas en
las que se ha alcanzado un mayor grado de conocimiento :
EPILEPSIA
MIOCLÓNICA JUVENIL (EMJ) Es una de las primeras epilepsias
en la que se detectó un gen responsable de su etiología, siendo
Greenber et al. en 1988(19) los primeros en relacionarla junto con
el patrón electroencefalográfico de punta-onda (p.o.) a 3½ - 6 Hz
con la región HLA (Human Leukocyte Antigen) del cromosoma 6p en
el locus denominado EJM1, corroborándose ocho años después por Serratosa
et al.(20), mientras otros autores, casi simultáneamente, no lo
consideraron así(21). En definitiva, se trata de una evidente confirmación
de la heterogeneidad genética de la enfermedad, comprobándose con
la descripción de otro locus responsable de la EMJ en el cromosoma
15q14(22), exactamente en la subunidad a7 del receptor colinérgico
nicotínico (nAChR), así como en el cromosoma 8(23), específicamente
en la región 8q24, que es la que contiene uno de los locus de las
Convulsiones Neonatales Familiares Benignas y de la Epilepsia Ausencia
Infantil.
Se
ha mantenido un persistente debate sobre la posibilidad de que el
locus EJM1 del cromosoma 6p sea común a todas las EGIs, concepto
superado y no admitido actualmente, aunque es una circunstancia
que sí es coincidente en algunos casos muy específicos como son
las crisis tónico clónicas generalizadas (CTCG) del despertar de
inicio en la adolescencia, que efectivamente está ligada al locus
EJM1(24), no ocurriendo así en los casos con este mismo tipo de
crisis en la adolescencia pero con presentación en vigilia(25).
Es por tanto un ejemplo mas de cómo dos fenotipos prácticamente
superponibles tienen un genotipo diferente y la conclusión de que
el grupo de epilepsias generalizadas idiopáticas traducen una heterogeneidad
genética evidente.
EPILEPSIA
AUSENCIA (EA) Es conocida la aparición de este tipo de crisis,
tanto de la Epilepsia Ausencia Infantil (EAI) como de la Juvenil
(EAJ) en familiares de pacientes con EMJ, lo que llevó a considerar
su posible localización genética en el locus EJM1 antes mencionado,
si bien ha quedado suficientemente demostrado que no es así(6-26-27).
En
1997 Sander et al.(28) determinan una asociación alélica de la EAJ
con el locus GRIK1 del receptor kainato glutamato en el cromosoma
21q22.1, aceptando que la alteración del gen del receptor glutamato
sería la responsable de la hiperexcitabilidad cortical generalizada
de esta EGI. Un año mas tarde se describe(29) en una familia de
78 miembros que presentan EAI y CTCG con patrón EEG de p.o. a 3
- 4 Hz, un ligamiento a otro locus del 8q24.
Se
han desarrollado diversas investigaciones en modelos animales con
punta onda generalizada y/o epilepsia ausencia, obteniéndose conclusiones
útiles para la enfermedad humana correspondiente. Así en el ratón
tottering se ha logrado obtener un modelo con descargas de p.o.
a 6 - 7 Hz coincidentes con crisis mioclónicas, detectando una mutación
en un canal voltaje sensitivo de Ca (a1A)(30). En el gen humano
homólogo se ha comprobado la existencia de cuatro mutaciones similares
en familias con un cuadro clínico consistente en ataxia episódica
y migraña hemipléjica(31,32), pero aparentemente sin convulsiones.
En
la gran diversidad de mecanismos genéticos y fisiopatológicos que
aparece en la epilepsia ausencia de ratones mutantes subyace un
claro significado de herencia compleja, reflejando de alguna forma
las múltiples mutaciones existentes en las EGIs humanas, aunque
insistiendo algunos autores(33) en la alta susceptibilidad génica
localizada en la región 8q24 para éste grupo.
CONVULSIONES
NEONATALES FAMILIARES BENIGNAS Es una EGI poco frecuente
y que se presenta en recién nacidos a término en los primeros días
de vida, disminuyendo y cediendo las crisis después de algunas semanas,
desarrollando una epilepsia posterior sólo £ 15% de todos ellos.
Hasta
el momento actual se han localizado tres locus en diferentes cromosomas.
El locus EBN1 en la región 20q13.3(34) y el EBN2 en el 8q24(35),
el tercero no está plenamente identificado, pero su mapeo no tiene
relación con los dos anteriores(36). Estas mutaciones afectan al
código genético de una familia de canales de Potasio voltaje - dependientes(37,38)
que tienen un papel preponderante en la regulación del estado de
reposo del potencial de membrana, así como de la duración del potencial
de acción, por lo que su alteración condiciona un déficit en la
recuperación del balance iónico después de una descarga neuronal,
con lo que se induce a que ésta sea repetitiva(37,38). El
mayor interés de éste hallazgo es que representa el primer defecto
genético descubierto que se relaciona directamente con la patología
de un canal iónico dependiente de voltaje(1,3).
Quizás
pueda establecerse la pregunta de cual es la razón por la que esta
anomalía no conlleva la persistencia de las convulsiones durante
toda la vida y, por el contrario, ceden usualmente una vez superado
el periodo neonatal(1).
SINDROME
DE LA EPILEPSIA DEL NORTE Se
trata de un proceso de presentación en la infancia con herencia
autosómica recesiva que conlleva la instauración de un retraso mental
progresivo, descrita en el Norte de Finlandia por Hirvasniemi y
cols.(39) y que suele iniciarse entre los 5 y 10 años de edad con
CTCG y parciales complejas, con progresivo incremento hasta la pubertad,
para decrecer después de esa etapa madurativa. Se asocia invariablemente
retraso mental, que se pone en evidencia a partir de los 2 a 5 años
del inicio de la sintomatología convulsiva. Por análisis de ligamiento
se ha localizado la mutación genética en el cromosoma 8, en la región
de un locus que codifica una proteasa denominada Captesina B(40).
Dicha
proteasa se distribuye ampliamente por el Sistema Nervioso (SNC)
sin tener relación alguna con el proceso de excitabilidad neuronal,
por ello se debate la razón que pueda explicar como este fenómeno
patogénico condiciona la aparición de una epilepsia. En este sentido
se considera que el defecto de la Captesina B es responsable del
acumulo de un producto tóxico en las neuronas, provocando la degeneración
celular y en consecuencia, secundariamente, el cuadro epiléptico.
Otro
gen involucrado en la aparición de éste síndrome, dentro de la misma
región cromosómica, es el denominado gen 3(41), responsable de la
codificación de la proteína asociada a Guanilato - Kinasa (GKAP),
que es una proteína sináptica involucrada en los canales iónicos
de las sinapsis.
Actualmente
se considera como muy presumible la hipótesis de que el Síndrome
de la Epilepsia del Norte sea una un tipo de Ceroido Lipofuscinosis
neuronal(1).
CONVULSIONES
FEBRILES Se encuentran ubicadas en el grupo IV de la clasificación
de la ILAE(17), como una "situación relacionada" con la epilepsia,
aunque con muy bajo riesgo de desarrollo de una auténtica epilepsia
en etapas madurativas ulteriores, salvo las convulsiones febriles
complejas que han sido vinculadas con la posible génesis de una
posterior epilepsia del lóbulo temporal(42). Es una patología con
alta incidencia, afectando del 2 al 5% de todos los niños por debajo
de los cinco años de edad(43).
Siempre
se ha considerado la existencia de signos que apoyan la posible
relación de un marcador genético con las convulsiones febriles,
tanto por su mayor presencia en determinados grupos familiares,
como por la mayor coincidencia en gemelos monocigóticos que en los
dicigóticos. Finalmente, tras los pertinentes análisis de ligamiento,
se ha relacionado con una mutación a nivel de 8q13.2(43).
En
1997 Scheffer y Berkovic (44) realizan una detallada investigación
en un amplio grupo familiar de más de 2.000 componentes y definen
la existencia de un nuevo fenotipo epiléptico que denominan "Epilepsia
generalizada con crisis febriles plus" ( CF+), consistente en la
presencia de convulsiones febriles en la infancia, que se continúan
con CTCG no siempre asociadas a fiebre por encima de los seis años
de edad, cediendo usualmente todo ello al superar la adolescencia.
El fenotipo completo de esté síndrome conlleva la presencia conjunta
de otro tipo crisis, definiendo finalmente varios subgrupos, siendo
conocidas las asociaciones con crisis de ausencia (CF+ con ausencias),
con crisis mioclónicas (CF+ con crisis mioclónicas) y con crisis
atónicas (CF+ con crisis atónicas) y epilepsia mioclónico-astática,
añadiendo posteriormente(45) un grupo más con crisis parciales complejas
(CF+ con crisis parciales complejas). El registro EEG presenta un
patrón de descarga de p.o. generalizada, completando el fenotipo
un espectro evolutivo amplio, que iría desde el típico de las EGIs
(maduración intelectual normal, pronóstico favorable y trazado electroencefalográfico
con actividad bioeléctrica cerebral de fondo normal ) hasta el de
la epilepsias generalizadas sintomáticas y criptogénicas, en las
que se produce una repercusión cognitiva y un pronóstico diferentes.
En
éste nuevo síndrome epiléptico se acepta la existencia de una heterogeneidad
genética, sugiriéndose una herencia autosómica dominante con alta
penetrancia, que puede ser modificada por otros genes, lo que condicionaría
la posibilidad de varios fenotipos.
Se
han identificado cuatro locus diferentes, en la región 8q (FEB1),
en 19p (FEB2), 2q y finalmente 19q. Este último descrito por Wallace
y cols.(46), exactamente en la región 19q13.1, donde localizan la
mutación del gen que codifica la subunidad b1 del canal de Sodio
voltaje dependiente.
2) EPILEPSIAS PARCIALES.
(EPs)
Clásicamente no han tenido la misma consideración de obedecer a
un origen hereditario, como las EGIs anteriormente reseñadas, aunque
es conocido el hecho de cómo familiares de pacientes portadores
de una EP tienen anomalías del EEG, focales y con más frecuencia
generalizadas, en porcentajes significativamente mayores que los
grupos control(1), lo que ha sido corroborado en los últimos años
al describir diversos grupos de investigación nuevos síndromes epilépticos,
localizando mutaciones genéticas en algunos de ellos y correspondiendo
en un gran porcentaje a epilepsias parciales(3). Por tanto hoy se
acepta que la mutación de un gen puede provocar hiperexcitabilidad
neuronal localizada o generalizada, aunque en éste último caso sus
efectos pueden ser modificados o potenciados por factores locales,
con la consecuencia de una epilepsia parcial(47).
Se
describirán los síndromes en los que se han determinado mutaciones
genéticas, así como aquellos de más reciente descripción.
EPILEPSIA
BENIGNA DE LA INFANCIA CON PUNTA CENTRO-TEMPORAL (EBICT)
Es un ejemplo de epilepsia en la que los familiares de primer grado
tienen un mayor número de anomalías electroencefalográficas, tanto
focales como generalizadas, aunque curiosamente predominan ésta
últimas. Las primeras investigaciones genéticas en éste síndrome
sirvieron para desvincular su origen tanto con el locus EJM1(48)
y como con el del X frágil(49).
Más
recientemente Neubauer y cols.(50) localizan genéticamente éste
síndrome con una mutación de localización en el cromosoma 15q14,
en la vecindad de la subunidad a7 del receptor nicotínico - colinérgico.
Algo
después ha sido mapeado en el cromosoma 16p12.11.2 un proceso que
consiste en crisis convulsivas de origen rolándico, asociado a distonía
inducida por el ejercicio(51), que de alguna manera puede relacionarse
con el síndrome publicado anteriormente de convulsiones infantiles
con carácter autosómico dominante y coreoatetósis paroxística(52)
mapeado igualmente en el cromosoma 16. Por tanto podemos aceptar
la existencia de varios fenotipos, relacionados con mutaciones en
ésta región, que serían responsables de provocar hiperexcitabilidad
neuronal a través de diversos mecanismos, en dependencia del gen
afectado, como alteraciones en canales iónicos, en receptores, etc.
EPILEPSIA
NOCTURNA FRONTAL AUTOSÓMICA DOMINANTE (ENFAD) Éste
síndrome fue descrito hace casi veinte años por Lugaresi(53) con
la denominación de Distonía paroxística hipnogénica, afectando a
pacientes jóvenes, dado que cerca del 90% de todos ellos tienen
un inicio del proceso en las dos primeras décadas de la vida, con
exploración neurológica y mental normales, detectando éste mismo
resultado en los registros EEG interictales y exploraciones por
imagen. Clínicamente se caracteriza por crisis nocturnas de breve
duración y morfología frontal.
Tiene una herencia autosómica dominante con penetrancia del 75%
aproximadamente, aunque se han descrito casos esporádicos, mostrando
una significativa variabilidad en el fenotipo, incluso dentro de
una misma familia(1,3).
Phillips
y cols(54) localizan el gen de éste síndrome en el cromosoma 20q13.2
, y Steinlein y cols.(55) Identifican una mutación en la subunidad
a4 del receptor colinérgico nicotínico (CHRNA4) en donde la serina
reemplaza a la fenilalanina en el codón 248 de dicha subunidad,
pero hoy se acepta que existe una heterogeneidad alélica, ya que
en otras familias los mismos autores detectan una mutación diferente
en el gen CHRNA4, como ha sido una inserción de leucina en el dominio
transmembránico M2 del receptor(56).
Recientemente
el mismo equipo de investigación que identificó ésta epilepsia en
el cromosoma 20q13.2, ha localizado en otra familia ligamiento al
cromosoma 15q24(57), cerca de una concentración de subunidades de
receptores de acetilcolina (a3, a5, b4). Sin embargo en otras familias
con epilepsia nocturna frontal excluyen el ligamiento al 20q13.2
y al 15q24, lo que habla de la existencia, al menos, de un tercer
locus pendiente de identificar(57).
En
la actualidad se considera que la alteración en la función del receptor
CHRNA4 se traduciría en un incremento de la sensibilidad del mismo
a la Acetilcolina, pero es aún un enigma el mecanismo por el cual
desde aquí se llega a generar una epilepsia(1,3).
EPILEPSIA PARCIAL FAMILIAR CON SINTOMAS AUDITIVOS O EPILEPSIA
TEMPORAL LATERAL AUTOSÓMICA DOMINANTE Síndrome descrito
en 1995 por Ottman y cols.(58), constituido por crisis parciales
que se acompañan de sintomatología auditiva en forma de ruidos inespecíficos,
comparados con el ruido de una maquinaria o de un timbre, de presentación
familiar y al que se atribuye una herencia autosómica dominante
con penetrancia del 70%. Estos autores hallaron un ligamiento al
cromosoma 10q22.24, en el locus que codifica las subunidades b1
y a2 de los receptores adrenérgicos. Recientemente ha sido corroborado
éste hallazgo en una familia vasca(59).
EPILEPSIA
ROLÁNDICA AUTOSÓMICA DOMINANTE CON DISPRAXIA DEL HABLA Se
describe por Scheffer y cols. en 1995(60) como un síndrome con muchas
semejanzas a la EBICT (crisis nocturnas, parestesias periorales
y/o de la mano, componente tónico-clónico hemifacial y/o de extremidades
y no pérdida de conciencia) que asocia a las crisis una dispraxia
del habla y alteración cognitiva en las últimas generaciones. Se
hereda con carácter autosómico dominante. En la familia inicialmente
descrita mostraba una penetrancia del 100%, con incremento de la
sintomatología en generaciones sucesivas, utilizándose este hecho
para explicar el proceso con el concepto de la anticipación genética,
con repeticiones anormales de un triplete de nucleótido.
EPILEPSIA
PARCIAL AUTOSÓMICA DOMINANTE CON FOCOS VARIABLES Síndrome
descrito por Scheffer y cols. en 1998(61) que se hereda con carácter
autosómico dominante con baja penetrancia, caracterizándose por
iniciarse habitualmente al principio de la segunda década (predomina
el comienzo a los 13 años), con crisis parciales diurnas de diferente
morfología clínica y localización EEG (frontal, parietal, temporal
y occipital) en individuos de una misma familia. Se asocia en más
de la mitad de los casos con CTCG, detectando en el EEG intercrítico
un foco de irritación paroxística focal muy activo, de diferente
localización.
La
búsqueda de relación genética de éste síndrome con la ENFAD ha sido
descartada, al ser excluida la mutación en el cromosoma 20q13.2(3).
Sin embargo se ha indicado la posibilidad de ligamiento en el cromosoma
2q, estando pendiente de confirmación(61).
No
se conocen los mecanismos por los que una mutación genética puede
producir focos de localización variable en una misma familia, aunque
se ha postulado la posibilidad de focos displásicos microscópicos.
CONVULSIONES
INFANTILES BENIGNAS FAMILIARES Se conoce éste síndrome desde
1992 al ser descrito por Vigevano y cols.(62), que se inicia entre
los 4 y 8 meses de edad, con crisis parciales de origen parieto-occipital
y frecuente generalización secundaria, siendo normales la exploración
clínica y electroencefalográfica interictal, así como los patrones
de maduración psicomotriz. Se transmite con herencia autosómica
dominante. Ha sido descartada una hipotética relación genética con
las convulsiones neonatales familiares benignas, quedando por tanto
excluida la mutación a nivel del cromosoma 20q13.3.(63). No obstante
se ha localizado por análisis de ligamiento en cinco familias italianas
en el cromosoma 19q11.13.(64) y en cuatro familias francesas en
las que el proceso se halla asociado a coreoatetosis paroxística
en el 16q(65), lo que define claramente la existencia de una manifiesta
heterogeneidad genética.
EPILEPSIA
DEL LOBULO TEMPORAL FAMILIAR El interés despertado por la
cirugía de la epilepsia refractaria, especialmente de las ubicadas
en el lóbulo temporal, han incentivado la investigación de esta
modalidad de síndrome epiléptico, buscando el posible origen genético(3).
En 1996 Berkovic y cols.(66) describen 38 pacientes de trece familias,
con crisis parciales simples y complejas de evolución benigna, de
comienzo en la región mesial temporal, sugiriendo una herencia autosómica
dominante edad dependiente. Dos años más tarde Cendes y cols(67)
publican 36 casos de un total de once familias, con características
similares, aunque no en todos los casos la evolución era favorable.
Actualmente se acepta que son síndromes con herencia autosómica
dominante con penetrancia del 60%, aunque sin descartar la posibilidad
de transmisión por interacción de varios genes(3). Hasta el momento
actual se ha investigado la posible relación genética con la epilepsia
parcial familiar con síntomas auditivos, pero por análisis de ligamiento
se ha descartado que tenga una ubicación en 10q22.24 como aquella(58).
3) EPILEPSIAS MIOCLÓNICAS PROGRESIVAS. (EMPs)
Este
grupo está constituido por un grupo de enfermedades que habitualmente
en su inicio se presentan como una epilepsia generalizada sintomática,
predominando el fenotipo mioclónico, sin ser en ningún caso exclusivo,
a lo que se asocia ataxia y déficit cognitivo, además de otras combinaciones
clínicas, pero siempre predominando su carácter progresivo(1,2).
En la mayoría subyace una alteración metabólica, habiéndose identificado
el marcador genético en algunas de ellas.
ENFERMEDAD
UNVERRICH - LUNDBORG Conocida con las siglas EPM1 es la
enfermedad que podría considerarse prototipo de las EMPs, de inicio
alrededor de los 10 años, con mioclonías y CTCG, facilitadas las
primeras por el movimiento, estrés y estímulos sensoriales. La evolución
es variable, incluso en pacientes de una misma familia, siendo en
algunos casos la afectación muy discreta con supervivencias prolongadas,
mientras que en otros el curso es fatal a los pocos años de su inicio(1,2).
El
defecto genético se ha localizado en el cromosoma 21q22.3(68-70)
en el gen CST6 que codifica una proteína llamada Cistatina B(71),
cuya función es la de inhibir una cisteína proteasa. No puede aceptarse
una relación directa entre una proteasa y la hipexcitabilidad neuronal,
por ello se postula que actuaría provocando una degeneración neuronal,
apareciendo posteriormente la epilepsia como un fenómeno secundario.
Este hallazgo ha sido demostrado por igual en las dos formas clásicas
de la enfermedad, el tipo Báltico y el tipo Mediterráneo(72).
Se
ha investigado en modelos animales, con manipulación en ratones
del gen de la Cistatina B, comprobando como desarrollan ataxia progresiva,
que se relaciona con pérdida de células granulares del cerebelo,
aunque sin que aparezcan crisis convulsivas ni mioclonías(73).
EPILEPSIA
MIOCLÓNICA PROGRESIVA TIPO LAFORA Referida con las siglas
EPM2 se asemeja clínicamente a la EPM1, pero el ligamiento genético
no es coincidente. Se inicia en la edad adolescente con un pronóstico
fatal al cabo de una década, aproximadamente, de su inicio. La manifestación
epiléptica comienza con CTCG, ausencias y drops attacks con sacudidas
mioclónicas. Alrededor de la mitad de los pacientes asocian crisis
parciales de origen occipital. La evolución del proceso aboca a
una demencia progresiva, pérdida visual y finalmente vida vegetativa(1,2).
La
identificación genética del proceso la realizan Serratosa y cols(74,75).
localizándose en el cromosoma 6q23.25 en el gen denominado EPM2A,
que codifica una proteína tirosin fosfatasa (PTP) llamada Laforin(74-76),
involucrada en diversos aspectos de la función neuronal, como el
metabolismo glicogénico, la regulación de los canales iónicos y
la transmisión sináptica, considerando que quizás la génesis de
la epilepsia se desarrolle de forma secundaria a las alteraciones
provocadas y no como consecuencia directa del Laforin.
CEROIDOLIPOFUSCINOSIS
NEURONAL (CLFNs) Se trata de un grupo de enfermedades heredadas
con carácter autosómico recesivo que tienen como dato común el acumulo
de un material de depósito en las neuronas, lo que lleva a la degeneración
de las mismas y a la subsiguiente sintomatología neurológica, entre
la que destaca inicialmente las manifestaciones epilépticas. Se
identifican diferentes subgrupos, en función de la edad de presentación,
poseyendo cada uno de ellos una peculiar característica ultraestructural
del lipopigmento neuronal acumulado(1,2). Se conocen las siguientes
CLFNs :
*Forma
infantil precoz (Enfermedad de Santavuori-Hagberg)
*
Forma infantil tardía (Enfermedad de Jansky-Bielchowsky)
*
Forma Juvenil (Enfermedad de Spielmeyer Vogt Sjögren, o enfermedad
de Batten)
*
Forma adulta (Enfermedad de Kuf)
*
Formas atípicas o inclasificables.
La forma infantil precoz ha sido localizada en el cromosoma 1p32(77),
en el gen CLN1 que codifica la tiosterasa pálmitoil-proteína, enzima
lisosomal involucrado en la modificación lipídica de proteínas.
La
forma infantil tardía clásica es provocada por la alteración del
gen CLN2 que codifica una peptidasa lisosomal, estando ubicado en
el 11p15(78).
La
forma juvenil, el subtipo más común de todas ellas, aparece como
consecuencia de la mutación del gen CLN3, localizado en el cromosoma
16p12.1(79), codificando una proteína cuya función aún no es conocida.
Posteriormente se han identificado veintitrés mutaciones diferentes
de este gen(80), lo que en definitiva informa de una importante
heterogeneidad genética de la enfermedad.
Se
ha descrito una variante Finlandesa de la forma infantil tardía,
que se ha mapeado en el cromosoma 13q21.23(81), exactamente en un
gen que codifica un polipéptido cuya función es aún desconocida.
SIALIDOSIS
(SÍNDROME DE MIOCLONUS CON MANCHA ROJO CEREZA) Se conocen
dos tipos el I, que aparece en la infancia y el II de inicio algo
más tardío, alrededor de los 10 años, siendo éste último de curso
mas severo y con asociación de signos dismórficos.
El
tipo I aparece como consecuencia de la mutación de un gen localizado
en el cromosoma 6p21.3(82), que codifica una glicoproteína específica,
la a neurominidasa (sialidasa) que se conjuga con la b galactosidasa
y forma un protector proteico. El gen del tipo II se ha localizado
en el cromosoma 20q13(83).
EPILEPSIA
MIOCLÓNICA CON FIBRAS ROJO RASGADAS (MERRF) Epilepsia de
origen en la infancia, aunque también descrita en la edad adulta,
está caracterizada por crisis epilépticas, mioclónicas y tónico
- clónicas, con fotosensibilidad positiva, asociado a miopatía,
ataxia, y en ocasiones demencia, hipoacusia neurosensorial, atrofia
óptica y neuropatía periférica o espasticidad. Como en todas las
citopatías mitocondriales hay una gran heterogeneidad clínica, existiendo
múltiples cuadros incompletos y procesos mixtos con características
de MERRF y de encefalopatía mitocondrial con acidosis láctica y
episodios aplopéjicos ( MELAS)(84).
Se
ha detectado una mutación en la transición Adenina - Guanina ( A
G) en el en el par nucleótido 8344 del DNA mitocondrial (mtDNA),
lo que provoca una alteración específica en el gen del RNA de transferencia
(tRNA) (gen Lys), que finalmente genera defectos en los enzimas
del complejo I y IV del sistema de fosforilación oxidativa(85,86).
Aunque la mutación 8344 es la más común no se ha podido comprobar
en £ 20% de los casos, sugiriendo heterogeneidad genética, que de
alguna forma se correspondería con la heterogeneidad clínica antes
referida.
Posteriormente se ha determinado la existencia de otra mutación,
involucrada en la transición Timidinato - Citosina ( T C) del nucleótido
8356 en el mismo gen Lys(87). Por tanto se puede aceptar que la
mutación que afecta al tRNA (Lys) tiene un papel esencial en la
patogénesis del MERRF. Se considera que un importante número de
funciones celulares involucradas en la excitabilidad neuronal tienen
una estrecha relación con la producción y utilización de energía,
por lo que es fácil llegar a la génesis de una epilepsia por ésta
vía.
Finalizado
el análisis de las EMPs es preciso remarcar que representan un ejemplo
ideal para comprender como es posible llegar a un fenotipo epiléptico
similar (epilepsia mioclónica) a través de diferentes mutaciones
genéticas, que condicionan unas veces anomalías en la producción
de energía (MERRF), otras degeneración neuronal por depósito intracelular
(Sialidosis, Ceroido Lipofuscinosis) y otras mecanismos proteolíticos
(Enfermedad de Unverrich - Lundborg)(1).
4) SÍNDROMES DISGENÉTICOS Y ANOMALÍAS CROMOSÓMICAS.
Se
comentarán por separado ambos grupos :
SÍNDROMES
DISGENÉTICOS : Dentro de los procesos considerados como
integrantes del concepto de disgenesia cerebral van a considerarse
dos apartados. El Complejo Esclerosis Tuberosa, de elevada significación
en la génesis de una epilepsia y algunos de los Trastornos de Migración
Neuronal, especialmente aquellos que unen los dos objetivos de ésta
revisión, la manifestación clínica epiléptica y que hayan sido identificadas
las mutaciones genéticas que las originan.
ESCLEROSIS
TUBEROSA El Complejo Esclerosis Tuberosa (TSC : Tuberous
sclerosis complex) es una enfermedad con herencia autosómica dominante
y heterogeneidad clínica incluso entre miembros de unas misma familia.
En un elevado porcentaje de casos asocia retraso mental y epilepsia
refractaria, usualmente espasmos infantiles o crisis parciales con
generalización secundaria. Conceptualmente se considera que es una
enfermedad que afecta a la piel y al sistema nervioso central, o
a ambos.
A
ello se une la posibilidad de desarrollar hamartias, hamartomas
y más raramente hamartoblastomas, en diversos órganos de la economía,
incluyendo el cerebro, aseverándose que todo órgano o tejido puede
verse afectado por ésta enfermedad, con exclusión del sistema nervioso
periférico, músculo esquelético y glándula pineal(88).
Han
sido identificados dos genes responsables, localizados en el cromosoma
9q34 y en el 16p13.3, sin que hasta ahora se hayan podido determinar
rasgos fenotípicos que permitan tener datos clínicos que posibiliten
la diferenciación entre los afectados por una u otra alteración
génica, no conociéndose tampoco casos en los que haya un genotipo
con los dos genes involucrados(1).
El gen detectado en el cromosoma 9q34(89) se ha denominado TSC-1,
siendo responsable de la génesis de una proteína denominada hamartina,
a la que se le atribuye una función como gen de supresión tumoral.
El gen detectado en el cromosoma 16p13.3(90) se ha denominado TSC-2,
que es el encargado de producir una proteína denominada tuberina,
que tiene regiones similares a la proteína GAP, activadora de la
guanosina trifosfatasa (GTPasa), molécula con una importante función
de supresión tumoral(91,92). La alteración de uno u otro gen puede
en primer lugar originar patología del desarrollo neuronal, que
a su vez juega un papel esencial en la expresividad epiléptica.La
tuberina se ha hallado en pequeños vasos de muchos órganos, incluyendo
el cerebro, neuronas corticales y células de Purkimje del cerebelo,
sugiriéndose que la mutación del gen TSC-2 juega un papel significativo
en el desarrollo de tumores vasculares, tuberomas subcorticales
y atrofia focal de la corteza cerebelosa, hallazgos habituales de
los portadores de una Esclerosis Tuberosa(1).
TRASTORNOS
DE MIGRACIÓN NEURONAL La migración neuronal es un complejo
proceso anatomofisiológico cuya alteración que ha adquirido un lugar
preponderante en la etiología de las epilepsias, con un mayor conocimiento
desde que las técnicas de neuroimagen (TC y RM) se comenzaron a
utilizar en la investigación diagnóstica de estos procesos, aunque
la identificación anatomopatológica se desarrolla fundamentalmente
gracias al incremento de la cirugía de la epilepsia, por el examen
de las piezas procedentes de exeresis quirúrgicas de los casos más
refractarios al tratamiento farmacológico. Todos estos procesos
tienen un hecho en común, la corteza cerebral está alterada, de
ahí que siguiendo a Barcovich se hable genéricamente de displasias
corticales(93). No todas estas alteraciones tienen la misma significación
clínica, por ello se comentarán únicamente aquellas que se asocian
más frecuentemente con epilepsia y que ya han sido identificadas
genéticamente.
LISENCEFALIA
Éste
término hay que interpretarlo conceptualmente dentro del contexto
del Complejo Agiria - Paquigiria, definiendo ambas la ausencia (agiria
o lisencefalia) o la disminución (paquigiria) de las circunvoluciones
cerebrales y considerándose que la diferencia entre una y otra es
meramente cuantitativa, existiendo entre ambos un amplio espectro
de variedades e incluso, en un mismo paciente, combinaciones de
las dos en diferentes regiones cerebrales(93,94). Al analizar la
Lisencefalia se acepta que tiene un origen genético, habiéndose
localizado dos mutaciones, una en el cromosoma 17p.13.3 y otra en
el cromosoma X. Se conocen varios tipos, siendo dos los más frecuentes
y mejor definidos :
* Lisencefalia
tipo I en la que el cortex está constituido por cuatro
capas :
-
Capa molecular.
-
Capa con celularidad desorganizada y compuesta por neuronas con
una morfología propia de las capas II, V y VI del cerebro normal.
-
Capa con muy escasa celularidad, resultante de una necrosis laminar
que dificulta la migración neuronal.
-
Capa interna de neuronas cuya migración ha sido dificultada precozmente(93,95).
Se acepta la existencia de dos subtipos de Lisencefalia tipo I,
la Lisencefalia aislada (ISL : Isolated Lissencephaly sequence)
y el Síndrome de Miller-Dieker (SMD). En ambos el debut clínico
suele hacerse por medio de una epilepsia, muy frecuentemente con
morfología de espasmos infantiles con o sin registro EEG hipsarrítmico(93-95).
Los
dos subtipos tienen un origen genético, localizándose una mutación
en el cromosoma 17p13.3(96,97), en el gen LIS1 que codifica una
subunidad del factor acetilhidrolaxa que se encarga de activar el
desarrollo del cortex y de inactivar una molécula neuroreguladora
(PAF : Platelet -Activating Factor). El mecanismo de acción, entre
otros, de la molécula PAF se refleja en el desarrollo de la morfología
neuronal y de las conexiones sinápticas, por lo que tiene una evidente
relación con la excitabilidad neuronal(98).
La
diferencia genética entre una entidad y otra es que la Lisencefalia
aislada (ISL) es considerada como un síndrome de afectación de un
gen único (LIS1) y el Síndrome de Miller-Dieker aparece como consecuencia
de la afectación de genes contiguos, de forma que los genes distales
al Lis1 serían los responsables de la dismorfia facial que presentan
éstos niños, a diferencia de los afectados por el otro subtipo en
donde la dismorfia facial es mucho menos significativa(1,97).
*
Lisencefalia tipo II en la que anatomopatológicamente
se detecta una mezcla de agiria, paquigiria y micropoligiria, muy
desorganizada y con acumulos de neuronas orientadas de forma irregular,
que están separadas por bandas de glia y sin tener la estructura
en capas de la corteza cerebral(9,94). Este tipo se observa, entre
otros, fundamentalmente en dos entidades, el Síndrome de Walker-Warburg
y la Distrofia muscular congénita de Fukuyama. Estos procesos cursan
con crisis epilépticas en porcentajes de hasta el 50% especialmente
en los primeros cinco años de la vida y con registros EEG alterados
en menor proporción(99). En las investigaciones genéticas realizadas
se ha localizado el locus de la D.M.C. de Fukuyama en el cromosoma
9q31.33(100), aunque se considera que quizás ambos procesos sean
la diferente expresión clínica de una misma entidad(101).
HETEROTOPIAS
NEURONALES Conceptualmente representan agrupamientos de
neuronas normales en localizaciones inadecuadas, como consecuencia
de una ausencia o detención del proceso de migración. Las manifestaciones
clínicas de éste grupo de trastornos de migración neuronal son muy
diversas, desde prácticamente ninguna y apareciendo como un hallazgo
casual en la neuroimagen practicada por algún motivo como un traumatismo
craneoencefálico, circunstancia no inusual en las heterotopias focales
subcorticales, a síndromes neurológicos complejos en los que el
componente epiléptico puede tener un gran significado(93). Se considera
la existencia de tres grupos :
*
Heterotopias neuronales periventriculares (subependimarias).
*
Heterotopias neuronales focales subcorticales.
*
Heterotopias neuronales difusas (heterotopias neuronales en banda)
(93). En el primero y en el último grupo se han identificado mutaciones
genéticas.
HETEROTOPIAS
NEURONALES PERIVENTRICULARES De localización preferente
en regiones occipitales, representan el acumulo de grupos de neuronas
en las cuales no se llegó a iniciar el proceso de migración. Existe
una forma que está ligada al cromosoma X y que sólo se presenta
en mujeres, habiéndose localizado en la región Xq28(102), aceptándose
la existencia de varios genes candidatos, destacando el que codifica
la subunidad a3 del receptor GABA (GABARA3), lo que justifica que
se produzcan alteraciones en la excitabilidad neuronal y en consecuencia
crisis epilépticas.
HETEROTOPIAS
NEURONALES DIFUSAS (HETEROTOPIAS NEURONALES EN BANDA) Es
una heterotopia muy extensa de morfología lineal paralela a la corteza,
bilateral, simétrica, separada de ésta por una capa de sustancia
blanca, por lo que también se conoce con la denominación de "doble
cortex". Está prácticamente limitada al sexo femenino, habiéndose
comprobado como los hijos varones de mujeres afectas, nacen con
lisencefalia(93).
La
afectación genética ha sido localizada en la región Xq21-q24 que
por análisis de alta resolución queda circunscrita en Xq22.3-q23(103),
en el gen XLIS o DCX, que se denomina doblecortin y codifica una
proteína con función íntimamente relacionada con el desarrollo del
cortex(104,105). La mutación de éste gen provoca en el varón un
cuadro muy severo con retraso mental y desarrollo de síndromes epilépticos
muy refractarios al tratamiento, entre los que predomina el S. de
West, originando una lisencefalia y características fenotípicas
semejantes a las que muestran los afectados de la Secuencia Lisencefálica
Aislada. Sin embargo en las mujeres el resultado es mas suave, con
afectación mental y componente epiléptico menos intensos, traduciéndose
estructuralmente en una heterotopia neuronal en banda. Este hallazgo
ha aclarado como la lisencefalia no está obligadamente relacionada
con mutaciones en el cromosoma 17, de forma que existe una heterogeneidad
genética evidente, con resultado de un fenotipo similar.
ANOMALÍAS
CROMOSÓMICAS Dentro de éste apartado se considerarán
tres procesos con una significativa incidencia, que asocian sintomatología
convulsiva, en mayor o menor porcentaje, dentro de un amplio cuadro
clínico en el que predominan las manifestaciones dismórificas, siendo
éstas las que en una primera valoración del paciente sirven para
la orientación diagnóstica.
SÍNDROME DEL CROMOSOMA X FRÁGIL: Es una enfermedad
ligada al cromosoma X con patrón de herencia muy particular y en
el que adquiere toda su significación el concepto de anticipación
genética. Desde finales de la década de los 60 Lubs(106) describe
la existencia de una anomalía citológica en un grupo de varones
con retraso mental de una misma familia, con características dismórficas
muy definidas y macroorquidismo, exactamente una constricción en
la parte terminal de los brazos largos del cromosoma X, que desde
entonces se conoce con el nombre de punto frágil. Posteriormente
se logra localizar en la región Xq27.3, denominándose FRAXA, aunque
también se describen otros puntos frágiles, conocidos como FRAXE
y FRAF en la región Xq27-q28, pero sin que se les conozca repercusiones
fenotípicas(14).
El
defecto molecular responsable de éste proceso es una expansión de
una región repetitiva o triplete de la secuencia CGG (Citosina,
Guanina, Guanina) localizado en el gen FMR1 (Fragile X Mental Retardation)(107).La
región repetitiva puede presentarse en los individuos de tres formas.
Normal (2 a 50 copias del triplete) : transmitiéndose del padre
a los hijos sin modificarse. Premutación : el gen muestra ya una
expansión del triplete (50 a 200 copias), sin que estos individuos
tengan síntomas, pero ya existe posibilidad de expansión en generaciones
sucesivas, por lo que en los descendientes aparecerán sujetos afectos
del síndrome. Mutación completa (más de 200 tripletes) : estos individuos
son los que manifiestan la enfermedad.
En
los individuos afectos la zona del triplete sufre una metilación
y por ello falta el producto génico, que es una proteína ligada
al RNA (FMRP : FMR-protein), responsable en último grado de las
manifestaciones clínicas. Los padres con una premutación la transmiten
a las hijas, en las que no se desarrolla la expansión del triplete,
pero sí en la descendencia de éstas. No obstante el 30% de las mujeres
portadoras tienen cierto grado de déficit mental(107).
El
25% de las personas con un síndrome de cromosoma X frágil pueden
tener crisis convulsivas, aunque sin que se haya comprobado relación
entre el número de copias del triplete y la frecuencia o severidad
de las crisis, asimismo se detecta en el registro EEG puntas irritativas
de localización centro - temporal, semejantes a las que se aprecian
en la epilepsia benigna de la infancia con puntas centro-temporales(1,108,109).
SÍNDROME
DE ANGELMAN: Síndrome descrito en 1965(110) se caracteriza
por un retraso mental severo, ausencia de lenguaje, ataxia, prognatismo,
micro y braquicefalia, risa inmotivada, hiperactividad y alteraciones
del registro EEG asociado en un elevado porcentaje de casos a crisis
epilépticas, que suelen decrecer al inicio de la pubertad, con morfología
muy variada, desde crisis de ausencias a espasmos infantiles aunque
predominando los estados de mal mioclónico(11).
Posee
unos mecanismos genéticos de herencia que representan el ejemplo
ideal para comprender el concepto de imprinting genómico, uno de
los modelos hereditarios que no se atienen al modelo mendeliano
y que representa la diferencia de función existente entre determinados
genes maternos y paternos tras sufrir una inactivación por la metilación
de la citosina en los dinucleótidos C-G (citosina-guanina) durante
la gametogénesis(12).
En
el 70% de las ocasiones el Síndrome de Angelman obedece a una delección
del cromosoma 15q11.13 materno (cuando es el paterno da lugar al
Síndrome de Prader Willi), el 5% como consecuencia de una disomía
uniparental (presencia de dos cromosomas homólogos procedentes de
un mismo padre o madre) del cromosoma 15 paterno en este caso, un
3% mutaciones en las que afecta a la metilación del centro del imprinting
del cromosoma 15 materno y el 20-25% restante a mutaciones de novo
en un único gen aún no identificado(1,12).
La
región 15q11.13 comprende un número de genes directamente implicados
con la excitabilidad neuronal, especialmente los que procesan dos
subunidades de receptores GABA(111), la a5 (GABRA5) y la b3 (GABRB3),
así como el gen UBE3A(112) (Ubiquitin-proteína) responsable del
fenotipo de estos pacientes. En los casos de metilación anormal
del centro del imprinting se afecta casi exclusivamente el gen UBE3A,
por ello se desarrolla el fenotipo característico, pero sin embargo
el componente epiléptico es notablemente más leve que en los casos
secundarios a delección(10). En el modelo animal con ratones y tras
la manipulación del gen GABRB3, se ha podido comprobar el desarrollo
de una importante disfunción neurológica, incluyendo convulsiones,
apreciando simultáneamente como en las neuronas del hipocampo decrecía
notablemente la respuesta al GABA, lo que ha hecho sospechar que
quizás haya otro gen afectado en la región del cromosoma 15 que
codifique ésta función, aparentemente íntimamente relacionada con
la epilepsia(113).
SÍNDROME
DE DOWN Se asocia a crisis epilépticas en el 5 al 10% de
los casos(114), justificándose tanto por las anomalías estructurales
del cerebro como por factores médicos generales (cardiopatías, mayor
facilidad para las infecciones, etc.). Hay dos picos de máxima incidencia,
uno en el primer año de vida, habitualmente en forma de espasmos
infantiles(115) jugando aquí un papel muy significativo la patología
perinatal sobreañadida, y otra en la cuarta o quinta década de la
vida como consecuencia de cambios neuropatológicos cerebrales similares
a los que aparecen en la enfermedad de Alzheimer(116).
Sin
embargo en sólo un 10% de portadores de una enfermedad de Alzheimer
se presentan crisis convulsivas, frente a un 70% de los sujetos
con Síndrome de Down en esos límites de edad señalados(116). Por
ello se considera que debe existir un factor inherente a éste último
que justifique la diferencia, que puede estar reflejado en múltiples
cambios estructurales del cerebro, como una disgenesia cortical
con descenso de interneuronas GABAérgicas, espinas dendríticas de
morfología anormal, o alteraciones intrínsecas de la membrana neuronal.
Junto a ello y en investigaciones realizadas sobre SNC de fetos
de síndrome de Down, se han apreciado alteraciones en los canales
de Sodio(117). Por otra parte no hay que olvidar que en la enfermedad
de Unverricht - Lundborg la anomalía genética se ha mapeado en el
cromosoma 21(118), por lo que se considera que quizás la investigación
génica defina en el futuro la existencia de mutaciones específicas
que justifiquen las crisis en el Síndrome de Down(1).
5) ENFERMEDADES METABÓLICAS
Las
enfermedades metabólicas son típicamente autosómicas recesivas y
producen alteraciones cerebrales difusas y multisistémicas. Muchas
de ellas se acompañan de convulsiones, que pueden aparecer como
consecuencia de diversos mecanismos, como una disfunción del metabolismo
energético cerebral, o de la producción o cambio de la neurotransmisión,
o de las organelas intracelulares(1). De las múltiples enfermedades
metabólicas existentes se considerarán cuatro por su especial interés
dentro de los diagnósticos diferenciales de los procesos convulsivos.
PIRIDOXIN
DEPENDENCIA Es una enfermedad poco frecuente, que cursa
con convulsiones intratables en la infancia. Las crisis comienzan
en las primeras horas o días de vida, pudiendo en ocasiones ser
reconocidas en la vida prenatal por la madre. Las anomalías electroencefalográficas
se definen, habitualmente, como una alteración paroxística multifocal
y tanto la clínica como las manifestaciones neurofisiológicas responden,
en un breve período de tiempo, a la administración intravenosa de
piridoxina. El control continuado de las crisis requieren el empleo
de piridoxina durante toda la vida(1).
El
trastorno de base se circunscribe a un déficit enzimático, exactamente
la decarboxilasa del Ácido Glutámico (GAD) (119), que se encarga
de catalizar la conversión de Ácido Glutámico a Ácido g aminobutírico
(GABA), para lo que necesita como cofactor la forma aldehído de
la B6, la Piridoxal-5´-Fosfato (PLP). Ante éste fallo se produce
un descenso de la concentración de GABA(120), neurotransmisor inhibidor
por excelencia, con lo que se facilita la aparición de convulsiones.
El gen del GAD se ha localizado en el cromosoma 2q31(121). En consecuencia
la piridoxín - dependencia representa una mutación de la función
íntimamente relacionada con la hiperexcitabilidad neuronal.
DEFICIENCIA
DE BIOTINIDASA (BTD) La biotinidasa se recicla desde la
biotina en su forma libre, siendo esencial para el metabolismo de
ácidos grasos, carbohidratos y aminoácidos. Ante una situación de
déficit de biotina, las carboxilasas quedan inactivas, produciéndose
una deficiencia múltiple.
La
BTD es una enfermedad poco frecuente y que se manifiesta en la infancia
temprana con convulsiones, hipotonía, hipoacusia neurosensorial,
ataxia, diarrea, rash y alopecia, presentándose con una frecuencia
de 1:110.000 en su forma clásica y de 1 : 130.000 en la forma de
déficit parcial, estando suficientemente justificado realizar un
screening de biotinidasa ante un niño con convulsiones refractarias
a los diversos tratamientos empleados, especialmente si se trata
de espasmos infantiles o crisis mioclónicas, ya que responderá únicamente
al administrar biotina. El EEG traduce o un patrón de paroxísmo
- supresión, o una alteración paroxística multifocal(122).
La
BTD se origina por una mutación cromosómica localizada en 3p25(123),
teniendo la mitad de los niños sintomáticos una delección de 7 pares
de bases y otra tercera parte la inserción de un par de bases en
uno de los alelos del gen de la biotinidasa, produciendo un péptido
anómalo. También se ha mapeado un gen transportador de GABA en el
cromosoma 3p25-p24(124) considerándose hasta ahora, asimismo, un
gen candidato de éste proceso.
HIPERGLICINEMIA
NO CETÓTICA (NKH) Es una alteración primaria del metabolismo
de la Glicina, que provoca un excesivo acumulo de la misma en el
liquido cefalorraquídeo (LCR). Se manifiesta en el período de recién
nacido como una encefalopatía mioclónica, con letargia extrema,
rechazo del alimento, hipotonía y apnea, con asociación todo ello
de convulsiones intratables y patrón de paroxismo - supresión en
el registro electroencefalográfico. Es de alto valor diagnóstico
la existencia de un cociente de glicina LCR / plasma superior a
0,08 (valores normales < 0,02) (125).
El
trasfondo metabólico del proceso radica en un déficit de Glicina
decarboxilasa, que es parte de un complejo multienzimático mitocondrial
encargado de catabolizar la glicina, estando formado por cuatro
elementos proteicos :
*
Proteína P : Glicina decarboxilasa, dependiente del fosfato de pìridoxal.
*
Proteína H, transportadora de electrones y que contiene ácido lipoico.
* Proteína T, enzima dependiente del tetrahidrofolato.
*
Proteína L o lipoamida deshidrogenasa(125).
La
mayoría de los pacientes con NKH carecen de proteína P, habiéndose
mapeado el gen en el cromosoma 9p 23-24 (126). Existen formas de
presentación tardía. Una de ellas a partir del segundo y tercer
trimestre de la vida, con crisis convulsivas y retraso mental de
mayor o menor grado. Otra aparece aún en épocas posteriores de la
niñez, con diplejía espástica progresiva y atrofia óptica, pero
sin afectación cognitiva. Estas formas de presentación tardía aparecen
como consecuencia de anomalías en la proteína H o T respectivamente(125).
La
glicina actúa como neurotransmisor inhibidor en la médula, tronco
cerebral y cerebelo, pero juega un papel excitador en la corteza
cerebral, al provocar una activación de los receptores de N-Metil-D-Aspartato
(NMDA), conociéndose que el sistema multienzimático mitocondrial
de la glicina se distribuye en el SNC de forma similar a la de los
receptores NMDA, por lo que sostiene la hipótesis de que un exceso
de glicina induce la sobreexcitación de dichos receptores, y en
consecuencia la manifestación convulsiva.
El
efecto de neurotransmisión inhibidora mencionado en primer lugar,
explicaría los episodios de apnea y el hipo de los pacientes portadores
de una NKH) (127).
ENCEFALOPATÍA
MITOCONDRIAL, ACIDOSIS LÁCTICA Y EPISODIOS APLOPÉJICOS (MELAS) Proceso
de herencia materna, como toda la patología mitocondrial, se define
por la existencia de tres hechos fundamentales :
*
Episodios de apoplejía focal (hemiparesia, hemianopsia, o ceguera
cortical) que se traducen en anomalías en las exploraciones por
imagen (TC o RM).
*
Acidosis láctica o fibras rojas rasgadas, o ambas.
*
Al menos dos de los siguientes síntomas : Convulsiones focales o
generalizadas, demencia, cefaleas recurrentes, vómitos episódicos,
y talla baja(129).
La
heterogeneidad clínica es frecuente, como ocurre en otras citopatías
mitocondriales, de forma que se han hallado casos de MELAS sin acidosis
láctica, o de aparición muy tardía, e incluso casos con manifestación
mixta de un MELAS con Encefalopatía micoclónica con fibras rojas
rasgadas (MERRF).
El
origen de la enfermedad se localiza en una mutación del punto de
RNA mitocondrial de transferencia (RNAt) que causa la transición
de adenina a guanina, siendo el mas común el nt 3243(129). La proporción
de mutación es mas alta en aquellos que cursan con apoplejía y convulsiones(130).
Esta
misma mutación se ha encontrado en otros procesos, como la oftalmoplejía
externa progresiva con historia familiar de enfermedades neuromusculares
y en familias con diabetes mellitus tipo II asociada a hipoacusia
neurosensorial y herencia materna conocida con las siglas MIDD (Mitochondrial
Inherited Diabetes Deafness) (131).
En
el 10% de los casos de MELAS se ha encontrado otra mutación en el
nt 3271 del mismo gen codificante del RNAt, donde se detecta una
transición Adenina - Citosina(128).
Las
convulsiones inicialmente aparecen como consecuencia de la acidosis
láctica, pero el daño cerebral inducido por la recurrencia convulsiva
puede crear un substrato epiléptico(1).
CONCLUSIÓN
En el momento actual las novedades en el campo de la genética se
evidencian día a día, circunstancia claramente reflejada en el área
de la epilepsia. Sin embargo las innovaciones que sin duda irán
apareciendo a corto y mediano plazo permiten aseverar que actualmente
conocemos sólo la superficie de éste impresionante campo de investigación(1).
En definitiva los avances más sorprendentes de la neurología de
los últimos veinticinco años quedan reflejados en las exploraciones
por imagen, pero sin duda las revelaciones que nos ofrecerá la genética
serán espectaculares en las primeras décadas del siglo XXI. Los
mutaciones genéticas pueden provocar alteraciones a muy diferentes
niveles, dentro del proceso de excitabilidad neuronal, desde anomalías
en la función de los canales ionicos a déficit en la producción
y metabolización de neurotransmisores. En otras ocasiones las consecuencias
genéticas son mas difusas, como lesiones de la estructura neuronal
o de la conexión sináptica, e incluso disturbios del metabolismo
celular con la subsiguiente degeneración de dicha neurona. Todo
ello trae como consecuencia la aparición de las diferentes manifestaciones
clínicas de la epilepsia, con las características específicas de
cada caso, que configuran un fenotipo determinado(1,3). El reto
actual de la neurobiología es encontrar los mecanismos íntimos que
relacionan cada genotipo con un fenotipo exacto, pues se tiene constancia
de cómo una misma expresividad clínica puede obedecer a diferentes
genotipos, e incluso un mismo genotipo puede traducir manifestaciones
no coincidentes. No obstante el camino se ha iniciado, debiendo
asumir que es fundamental un trabajo meticuloso por parte de los
clínicos para ir definiendo con precisión el espectro sintomatológico
de la epilepsia, base imprescindible para que los genetistas puedan
investigar con casos seleccionados, llegando al conocimiento de
las repercusiones fisiopatogénicas que se traducen en alteraciones
de las proteínas codificadas por cada gen mutante(1). La ayuda de
la genética es incalculable en la práctica clínica al alcanzar diagnósticos
precisos y pronósticos más exactos, pero servirá asimismo para obtener
fármacos más idóneos al poder actuar sobre la anomalía exacta originada(132,133).
Finalmente se abre la puerta al consejo genético y al diagnóstico
prenatal, de especial interés en algunos procesos de pronóstico
invariablemente negativo como las EMPs. Pero en otras muchas epilepsias,
con pronósticos diferentes, habrá que reconsiderar la conveniencia
de realizar los diagnósticos prenatales y analizar como debe ofrecerse
la información a los padres y/o familiares, para lo que sería de
gran interés contar con la participación de genetistas expertos
e incluso, en último grado, con comités de ética médica para evitar
errores lamentables, que pueden conducir a originar situaciones
de ansiedad y temor familiar ante procesos que habitualmente evolucionan
favorablemente(3).
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