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LAS
CONVULSIONES FEBRILES: UN PROBLEMA DE TODOS
Introducción.
Las
Convulsiones febriles se definen como crisis convulsivas
ligadas a la edad y desencadenadas por un proceso febril agudo.
Dichos episodios, aparecen entre los 6 meses y 5 años de edad, asociados
con fiebre, pero sin evidencia de infección u otra causa intracraneal
definida, y se excluyen de ellas las crisis con fiebre, en aquellos
niños que han sufrido una crisis previa afebril. (NIH consensus
statement). Se sabe, que aproximadamente un 4 % de toda la población
infantil va a experimentar al menos una convulsión febril. La mayoría,
(90 % de los casos) se presentan entre los 6 meses y los 3 años
de edad, con un pico de incidencia entre los 18 y los 24 meses.
Una historia de convulsión febril estará presente en el 25 % de
sus familiares.
Aspectos
clínicos.
Aunque
los aspectos clínicos van a estar determinados por diversos factores,
tales como la edad, el sexo, la fiebre, y los agentes infecciosos,
actualmente continua siendo práctica la clasificación en dos grandes
grupos:
-
SIMPLES.-
caracterizadas por la presencia de crisis tónicas o clónicas
generalizadas, que finalizan en un período inferior a 15 minutos,
y no presentan focalización alguna.
-
COMPLEJAS,
que son aquellas convulsiones febriles que pueden tener
manifestaciones motoras focales, de una duración superior a
los 15 minutos, o recurriendo varias veces en un período de
24 horas, y por regla general se asocian a un alto riesgo de
desarrollar con posterioridad una epilepsia.
Las
convulsiones febriles, típicamente se desencadenan al inicio de
la enfermedad, pero curiosamente, aunque el riesgo de presentar
una manifestación crítica se incrementa proporcionalmente con la
elevación térmica, la mitad de todos los episodios ocurren con una
temperatura inferior a los 40º C.
El
riesgo de recurrencia y de epilepsia.
Casi
una tercera parte de los niños que padecen convulsiones febriles
tienen alguna recurrencia, y al menos el 15 %, mas de una recurrencia.
Para ello los mayores factores de riesgo son la edad, la historia
familiar de convulsiones febriles o afebriles, la aparición de convulsiones
con temperatura no excesivamente elevada, y las crisis febriles
iniciales prolongadas.
Del
2 al 4 % de niños con convulsiones febriles experimentaran crisis
afebriles. Además, existen unos factores de riesgo que incrementan
de forma notable este porcentaje, como las convulsiones febriles
complejas, la anormalidad neurológica previa, y la historia familiar
de epilepsia. Por otro lado, está demostrado que las convulsiones
febriles juegan un papel importante en la patogenia de algunos tipos
específicos de epilepsia, particularmente de la epilepsia del lóbulo
temporal.
Evaluación de las convulsiones
febriles.
La
primera evaluación del niño con convulsiones febriles debe hacerla
el Pediatra General, con el objetivo principal de excluir otras
condiciones mucho mas importantes que cursan con fiebre y convulsiones.
La piedra angular de este proceso se encuentra en una cuidadosa
historia clínica y un perfecto examen físico con especial atención
a los aspectos neurológicos, ya que los signos de infección intracraneal
son muy difíciles de evaluar en los lactantes, por lo que a los
niños con edades inferiores a los 6 meses, con frecuencia se le
practicará una punción lumbar que descarte la existencia de una
meningoencefalitis. Hay que considerar otras causas de crisis, como
los disturbios electrolíticos, intoxicaciones y traumatismos craneoencefálicos.
Los
niños con convulsiones febriles complejas, precisaran de un examen
mas cuidadoso por parte del Neuropediatra. En ocasiones, será necesario
la realización de estudios electroneurofisiológicos o de neuroimagen.
La realización del E.E.G. es a veces de una gran ayuda, especialmente
en aquellos pacientes con crisis febriles recurrentes, en los que
el registro puede mostrarse anormal como expresión de una convulsión
febril que ha desencadenado una epilepsia que hasta entonces se
encontraba silenciada.
Tratamiento.
Muchos
de los pacientes afectos de convulsiones febriles no van a necesitar
mas tratamiento que el de unos cuidados especiales durante el transcurso
de los procesos que cursen con fiebre, y la administración de antitérmicos
de forma reglada Para aquellas convulsiones febriles severas o con
alto riesgo de recurrencia, existen dos opciones claras de profilaxis,
y siempre tomando como norma que el riesgo de recurrencia de las
crisis sea mayor que el de los efectos adversos que pueda producir
la medicación.
*
DIAZEPAM- Se utiliza para el tratamiento agudo de la crisis
en forma de enema, o para el tratamiento discontinuo únicamente
durante los procesos febriles en forma de supositorios a una dosis
de 0,5 mgrs./kg. de peso cada 8 ó 12 horas. Debe usarse en familias
con buen nivel de comprensión y bajo nivel de ansiedad, en todo
proceso infeccioso de niños que hayan sufrido convulsiones febriles
con factores de riesgo.
*
VALPROATO SODICO.- Por vía oral a una dosis de 20 - 40 mgrs./kg./día
repartida en dos tomas, hasta alcanzar un nivel sérico basal que
oscile entre los 60 y 80 mcg/ml. Puede ser utilizada otra droga
clásica, hoy en desuso como el FENOBARBITAL, por vía oral
a una dosis de 4 - 5 mgrs./kg./día, repartido inicialmente en
dos tomas, y a partir de los 15 días en una sola toma, con la
cena, hasta alcanzar un nivel sérico que oscile entre 20 y 30
mcg./m1.
El
Consensus Development Panel: Febril seizures, recomienda
el tratamiento profiláctico de las convulsiones febriles complejas,
en presencia de un trastorno del desarrollo neurológico, historia
familiar de epilepsia generalizada, y ocasionalmente cuando existe
ansiedad familiar o la primera crisis ha tenido lugar antes del
año de edad en una niña.
Bibliografía
Consensus
Development Conference on Febrile Seizures. Proceedings. Epilepsia.
1981; 2; 377-381
Berg
A, Shinnar S.: Complex febrile seizures. Epilepsia 1996. 37 (2)
: 126-133.
Fejerman
N, Medina C.: Convulsiones en la infancia. 2ª ed. Ed. El Ateneo.
Buenos Aires.1986
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